El moderno gato siamés se caracteriza por sus ojos azules, la esbeltez de su cuerpo y su peculiar pelaje. Llegó al mundo occidental en 1878 como un regalo del cónsul estadounidense en Bangkok para el presidente Rutherford. Se admiten dos variedades dentro de la propia raza siamés: el siamés tradicional o Thai, más corpulento y redondeado, y el siamés moderno, donde los criadores han buscando la esbeltez y la cara triangular.
El característico pelaje del siamés es producto de un albinismo parcial. La sustancia productora de la melanina, que produce el color marrón, es termo-sensible, es decir, se desactiva cuando se calienta en exceso. Por eso, solo las partes más frías de estos animales, que son los extremos como las orejas, el hocico o la punta de la cola, presenta el color marrón oscuro, mientras que las zonas más cálidas como el tronco o el cráneo se quedan de color blanco.
Son gatos generalmente muy afectuosos y sociables, incluso llegan a ser considerados «extrovertidos». Tienen menos tendencia a la vida nocturna que el resto de los gatos por poseer una visión de noche más pobre. De temperamento alegre y juguetón incluso en la madurez, cabe destacar su hiperactividad típica de las razas asiáticas. Pueden llegar a depender enormemente de sus dueños, no tolerando el quedarse muchas horas solo en casa.
En la película de Disney «La dama y el vagabundo» aparece una pareja de gatos siameses que se comportan de manera malévola, lo que ha dado muy mala fama a esta raza.